Por su belleza y singularidad, merece la pena visitar las cascadas de Oneta. Se trata de un conjunto de tres saltos de agua a poca distancia una de otra.
La primera cascada es la llamada Firbia, la más accesible e impresionante de las tres. Tiene una caida de 15 metros y los continuos desprendimientos la han adornado con un peculiar circo de rocas, donde el agua descansa su fuerza.
La segunda es la Firbia de abajo y se accede a ella tras una fuerte pendiente.
La tercera, llamada Maseirúa es la más pequeña e innacesible.